domingo, 26 de septiembre de 2010

EL DIA OSCURO (Sólo lee la primera línea...)




La casa respiraba por las aberturas romanicas, hendidas en sus paredes de barro y piedra. Guardaba oscura frescura en sus rincones y recovecos. Respiraba luz por las medianas ventanas. Sus cuartos eran como cámaras en un gran nido de horneros, frescas en verano, cálidas en invierno. El pasillo y los cuartos tenían adornos exuberantes, adornos religiosos. Elaborados, unos platos finamente dorados, esmaltados, vestían el interior. Algún espejo ceñido por un marco de hierro labrado. Católicos retratos impregnados de gloria y misterio. Un gran rosario de madera pendía contra la pared blanca y rugosa, en la pequeña sala de estar.
La luz entraba clara por las ventanas aquel día en q' las cosas se complicaron. El curso de los acontecimientos ya anunciaba la presencia de un extraño mal. Hasta su padre, como de costumbre ausente a esas horas, había sentido q' algo no era normal. Todos intuían q' aquello había comenzado muchos días antes; y no, esa madrugada precisa. El primer sonido de ese día amaneció como un grito, de una blanda y dulce voz, seguidos de una risa y un gemido, de la misma voz.
Las mujeres corrían hacia la habitación de la enferma. Una blanda y fresca risa resonaba desde el interior de su cámara. Las mujeres de la casa traían cántaros con agua cristalina. Frágiles vasijas de arcilla rústica, artesanales. Y paños, para la fiefre q' sacudía a Amelia, q' desvariaba y reía sin control.
La joven de poca o media estatura, era una adolescente. Su piel blanca como la leche y su ropa de algodón luchaban frenéticamente con las sábanas blancas. Su cabello de seda negra, se desparramaba como fuego sobre la impecable almohada. Sus rosados labios articulaban sonidos casi ininteligibles q' surgían desde sus entrañas.
Las mujeres de la casa no sabían qué hacer. Amelia reía y gemía descontroladamente. Gritaba una incomprensible felicidad. Se retorcía. Sus músculos se contraían. Se doblaba. Balbuceaba palabras y frases extrañas...

ENCUENTROS








(...La primera vez q' Amelia vio a Kitahir... se enamoró de Él perdidamente...   Pero ella estaba segura de q' un muchacho como él nunca se fijaría en ella. Así q' Amelia decidió contentarse con conocerlo como un amigo y nada más...)


...Los tambores tronaban; los redoblantes, marcando el paso de la noche palpitaban. Estallaban en el pecho de los muchos q' miraban. Como una catarata estrepitaban. Como una estampida de aire aturdía los oídos y casi tapaba los aplausos y los gritos de la multitud, de la gente de los barrios, ahí a orillas de la calle reunida, en las  veredas. Bailaba en el cuerpo de las mujeres y las chicas de la comparsa, con su belleza al descubierto, con su carnaval de flores y plumas y lentejuelas, con el ombligo desnudo igual q' las hermosas piernas y sus colas y sus crestas vestidas de colores. Chillaba en las trompetas, una cancioncita burlesca, un candombe picaresco q' calentaba el corazón y alegraba el alma...

Entre la multitud bulliciosa era fácil perderse. ¡Demasiado fácil con tanta gente amontonada en las veredas, entre los árboles tupidos, entre los postes de metal del alumbrado y los de madera de la red telefónica, y las torres transformadoras! Era constante murmullo  q' tapaba el silencio y los coros de gorriones y jilgueros q' cantaban el anochecer entre las ramas y las hojas. Los carros del corso eran tan pintorescos. La voz eufórica del animador q' presentaba y describía las caravanas, a los gritos, en los altoparlantes, se hacía eco en todas las esquinas. ¡Era mágico! El humo delicioso de las carritos de chori asado a la parrilla se esparcía como un fantasma y se olía a muchas calles de distancia.
   Los carros alegóricos tenían enormes adornos y tronos con diosas, y dioses de la naturaleza, q' saludaban a la multitud, iluminados con luces de colores y máquinas de humo. Las explosiones de papel picado y serpentinas llovían sobre el público q' los vivaba, los silbaba y los bañaba con sus pomos de agua y espuma...


(...La primera vez q' Kitahir vio a Amelia, se enamoró de Ella perdidamente... Pero él creyó q' una chica como ella, nunca se fijaría en él. Así q' decidió contentarse con intentar una amistad...)