domingo, 6 de febrero de 2011

EL VUELO NOCTURNO ¡Yo Sí Creo en las brujas..! ¡Creo! ¡Creo!








La transformación es casi siempre traumática. Todo comienza con un calor en la sangre q' pronto parece hervir y es como fuego en las venas. Una energía recorre el cuerpo. La piel se eriza y hasta el último pelito se electriza. Un irresistible frenesí invade la consciencia y nubla el juicio. Una fuerza invisible se apodera del cuerpo hasta la última célula. Y la mente, ya dominada por una fuerza animal, olvida hasta su nombre.
Es entonces cuando el cuerpo cambia...
Una ventana abierta a la luz de la luna es como una invitación para el ansia incontenible de salir a volar como un ave de rapiña, como una criatura de la noche sedienta de sangre. Salir disparado por esa ventana bajo el poder de una fuerza q' transporta al cuerpo ya transformado, y lo eleva a las alturas a una velocidad vertiginosa es una consecuencia lógica, una reacción automática...

Y si la carne completamente sacudida, estremecida por la embriagadora sensación de poder, logra sentir el aire nocturno rozarle violento, el ojo es más ágil para ver desde lo alto, hasta el insecto más pequeño q' camine sobre la tierra húmeda, sobre el asfalto todavía caliente de las calles, entre las casas medio dormidas de luces adentro y afuera, ó sobre la corteza áspera de los gigantescos árboles q' se mecen suavemente con cualquier brisa q' suspire entre sus hojas.

Con el poder para volar como el viento, como un fantasma en la noche, sería muy fácil atrapar a la víctima. Sería cosa de llegar hasta su ventana en absoluto silencio. Sería cosa de entrar y salir sin ser vistos.